martes, 8 de febrero de 2011

una palangana budista


Esto pasó hace años.
Estoy por primera vez en un lugar en el que nunca estuve.  Palermo. Un estudio muy moderno de pisos de madera donde se enseña yoga. Todo es muy liviano y lindo. Lindo y liviano. Tengo solo una remota idea de cómo llegué ahí. La clase está por empezar y yo estoy a título de observadora principiante. Los alumnos llevan ropa cómoda y están descalzos. Yo no. Lejos, lejísimos la maestra me hace un ademán para que me acerque, para que atraviese ese salón lustroso y también las miradas suspicaces, descalzas y expertas que les supongo a todos los alumnos. (-¡Ah! La trampa del narcisismo: “Espejito, espejito…”)
Y en eso, en el medio del camino, una palangana azul eléctrico. Un hermoso plástico azul eléctrico que desentona.
Yo, la palangana y la maestra en el fondo, en ese orden.
A partir de ahí todo dura escasos segundos y pasa solo en mi cabeza pero eso, que solo pase en mi cabeza, es un detalle nimio.
Los pies descalzos y la palangana se concatenan en mi pensamiento y supongo que los alumnos de yoga se lavan bautismalmente sus pies en el recipiente de Colombraro antes del comienzo de la clase. La idea me da un poco de asco: todos esos pies en la misma agua. Pienso en descalzarme, y hacer eso que supongo que el resto ha hecho naturalmente antes de atravesar el salón. Sopeso la idea, la barajo, y finalmente decido que mejor no, que en todo caso yo vengo a observar la clase no a hacerla y comienzo a caminar con mis pies vestidos con la expectativa de no estar cometiendo una infracción yoguista grave y que no seré desterrada por eso.
Escucho poco lo que la maestra me dice. Estoy aturdida con el asunto de la palangana que quedó a mis espaldas. Con un nuevo ademán me invita a que atraviese nuevamente el salón y me siente a mirar la clase. Entonces, me doy vuelta y la palangana reaparece en mi campo visual y no se porque está vez levanto también la vista y miro hacia arriba.
Descubro una gotita imperceptible que cae rítmicamente del techo al centro mismo de la palangana.
¡Una gotera! ¡Era una goteraaaaaaaaaa!
Y la perspectiva de que casi me lavo los pies en un recipiente azul eléctrico puesto ahí para evitar un charco pensando que se trataba de un ritual budista casi me hace desmayar, primero de la vergüenza y en seguida de la risa, de una inmensísima carcajada.

6 comentarios:

  1. Risa, explosión, baba en el monitor. Las auténticas anécdotas son, esas en las que en realidad no pasa nada. La ficción literaria es una rama mucho más pedorra, hija no reconocida de las anécdotas sin anécdota. Eso.

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  2. Creo que cualquier disciplina en que haya que descalzarse debe tener muchísimos pero muchísimos beneficios que compensen la enorme vergüenza de dejar completamente al desnudo esa parte del cuerpo. Si hacés Pilates, (disciplina quizás más occidental?)también tenés que descalzarte. Yo recuerdo siempre las huellas blancas de Efficient que dejaba marcadas en la alfombra (no digamos que impoluta) del gimnasio... mucho menos vergonzantes que el olor a pata.
    Besos Euge
    Ali

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  3. es una de mis anecdotas favoritas. de las tuyas la mejor. ya lo sabias.
    amo la fragilidad humana. aunque los dispositivos de espejos ya son mucho. sobre todo los reales. con las vidrieras me alcanza para la torticolis.

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  4. ojo baby que el yoga no es de buda. es induista! ganesha, shiva, etc.
    aunque buda es todo lo que no es buda. eso si!

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  5. Cien Perros: no pasa nada y pasa de todo, a veces siento que esa fue una de esas decisiones que me cambió la vida. Anda a saber que era de mi si finalmente me sacaba los zapatos!
    Ali: un verdadero asquete, si. besos!
    Rome 1: justo hoy te preguntaría tanto de espejos, luces y reflejos.
    Rome 2: lo de buda fue una licencia poética y concientemente inexacta. Hay otra en el texto que te compete.

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  6. Lloro de risa, carcajada en estado puro!
    Un amigo dice "la estufa a cuarzo", cuando estás en una situación y hay alguien o algo que te tiene en vilo, incómoda,... que te sigue como instalado en el rabillo del ojo y toma la presencia del naranja flúo de la estufa. Bueno, ahora puedo agregar a la lista de cosas "la palangana budista". Buenísimo.

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