Definitivamente, si.
Marzo entre nosotros y después de cuatro años de más o menos lo mismo, entiendo cierta ritualidad.
Hoy volvió a verme F. después de sus vacaciones. Él las pasó en el zoológico o eso me dice: “En las vacaciones fui al zoológico” y es inevitable no imaginar toda su flacura durmiendo entre jirafas. En el fervor del reencuentro, él se olvida de su convicción de que la tontería de los besos y los abrazos es cosa de chicas y nos dejamos abrazar levemente emocionados:
“Hace como mil años que no te veía”
“¡Ay, Eugeniaaanooooexagereees!”
Y es increíble, pero F. sabe cómo seguir y para mi sorpresa retoma en el mismo punto en el que habíamos dejado la última vez que nos vimos, antes de que él se durmiera entre animales y antes de que a mí, bueno, antes de que a mí me envolviera el verano.
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