sábado, 18 de junio de 2011

vulcanos, miníades y bacantes


“Nos dirigimos a usted a fin de confirmarle la recepción de su correo electrónico solicitando la devolución de los pasajes número blablablá y blablablá. Lamentamos los inconvenientes que la contingencia por las cenizas volcánicas pudieron haberle ocasionado. Las devoluciones ya han sido procesadas en efectivo por la suma de blablablá”

Nada. Era una pavada. Mandar un mail y recibir este otro. Listo. De hecho, mandar ese mail fue lo primero que hice el viernes al llegar del aeropuerto por segunda vez en la misma semana tal como me indicó la empleada agotada de la aerolínea. Mandar un mail y recibir un mail. Eso. Así. Fácil.

Entonces, las razones por las cuáles a partir del lunes me convertí en la “psicópata de los call centers” llamando hasta la afonía a todos los números que encontré en internet de la compañía de aviones, de la agencia de turismo, etc. (menos al brindado por la Srta. agotada, claro) bueno, esas razones son más bien oscuras pero relacionadas con cierto impulso a hacer de más. Trabajo. Trabajo. Trabajo.

Razones oscuras confesables: Nieta de inmigrantes europeos, abuelo amoroso, sufrido y socialista con quién comparto nombre, infancia clase media en los ochenta, padres peronistas, educación en la escala del progresismo de la mitad un poquito hacia abajo, es decir, escuela de monjas privada con subvención estatal.

Razones oscuras inconfesables: …

Lo cierto es que, solo tres días después y frente a la avergonzante comprobación de que quiénes habían enviado solo el mail mencionado y realizado la única llamada posible habían resuelto su trámite, me decidí y llamé al único número donde debía llamar. 

Y no es chiste pero el apellido del empleado que me atiende, gentilhombre, incluye y es literal la palabra “Amor”. El Sr. Amor tiene voz de locutor y dicción rara. Se ve que insisto mucho por conocer las razones de por qué algunos si y todavía yo no, porque el Sr. Amor, resignado, me explica lo que ya sé de otros lados: “Me incomoda un poco trasmitirles razones internas de la compañía, pero suponga algunos empleados enfermos, otros con problemas personales, suponga entonces que su mail fue recibido por alguno de estos empleados y así el proceso se demora íntegramente. No somos máquinas, Señorita, somos seres humanos” Argumento irrefutable.

“Del mito retendremos los dos excesos que ponen a las Miníades al margen de otras mujeres: el apego excesivo a su tarea de tejedoras, que las hace desdeñar a Dioniso, y el exceso que las transforma en Bacantes entregándolas desenfrenadamente al desborde de la locura”

2 comentarios:

  1. El borde de la locura es siempre desenfrenado, titila.. pulula... tiembla y se contrae.. Y si, asi va algunas veces en demasia y otras tal vez un poco menos, pero siempre al borde.
    En el corazon de la locura y no en el borde el "amor" tiene siempre voz de locutor, y eso a mi me lo conto mi abuela, desconfia!pero no te niegues... atrevete pero no sin recaudos... somos seres humanos, no somos maquinas!!!

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  2. Tejiendo se hace la bufanda.
    Me encantó!

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