sábado, 29 de octubre de 2011

bailar por bailar



I
Para Pina de Wenders. Quiero decir. Pero. El ejercicio de hacer pasar por las palabras una experiencia de cuerpo no deja de ser un esfuerzo absurdo y, entonces, un poco me resisto a perder lo que se pierde de lo visto, de lo sentido. Sin embargo. Quiero, igual. 
Lo que me captura es. ¿Cómo lo digo? Es que cada paso de baile, cada movimiento, hace existir ahí lo que no existe y el efecto es la belleza más absoluta. Una belleza impura e imperfecta (que son las bellezas más profundas y conmovedoras) Y uno queda mudo de algo distinto que de palabras. 
Sólo ojo. O sólo piel.
Y mientrás dura la película -en la oscuridad del cine- el tiempo y el espacio dejan de ser categorías que ordenan el universo porque, en realidad, no hay nada que ordenar.

II
En una fiesta bailo por bailar. Sin ningún otro propósito. Todo lo que dura cada canción. Tengo puesto un vestido blanco. Entiendo que es lo mejor que puedo hacer. Lo único que puedo hacer. Que es lo que mejor me sale en ese momento y eso me hace sentir contenta. Cómoda y contenta.

III
“Es posible vivir sin bailar. Se sabe de casos de gente joven que ha pasado muchos, muchísimos meses, sin asistir a bailes de ninguna clase, y no han sufrido por ello, al parecer, daño alguno corporal o anímico; pero una vez que se empieza, una vez que se siente, aunque sea por muy poco tiempo, la exaltación que producen los rápidos y rítmicos movimientos del baile, sólo personas con muy poca vitalidad se conforman y no piden más” Emma, Jane Austen.

1 comentario:

  1. Qué cosa más bella es bailar. Bailando solo bailando maravillosa manera de puntuar la vitalidad.

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